jueves, 14 de mayo de 2009

Baeza y Úbeda

Este fin de semana lo hemos pasado por tierras jiennenses de Baeza y Úbeda, auténticas joyas del Renacimiento en España, labradas por las manos de Vandelvira y financiadas por los caudales de don Francisco de los Cobos. Arenisca y filigrana en el palacio de Jabalquinto. La fachada merece unos minutos de observación detallada.


La calle empedrada continúa en ligera pendiente hacia la plaza de la catedral con la espléndida fuente renacentista de tres arcos, cuyos ojos admirados observan la escalinata que conduce al interior catedralicio de naves altas, púlpito y reja maravillosos. Y como centinela la esbelta torre de cuerpo superior ochavado.


Por detrás de la catedral se puede hacer un paseo por los restos de la antigua muralla. La lluvia dio paso a una bruma que se instaló sobre la ciudad y nos mostró una cara diferente, un rostro cubierto por un fantasmal y húmedo velo blanco.


O admirar la plaza del Pópulo, con su fuente de los leones, las antiguas carnicerías reales, la Puerta de la Villa.


La mañana del sábado nos regaló la visita de Úbeda, salpicada de cruces de mayo puestas con arte por las distintas hermandades de la Semana Santa ubetense, y amenizadas con una combinación de comida y música, que alegraba los oídos y los estómagos de la concurrencia. La iglesia del Salvador es una de las mejores muestras del Renacimiento en esta ciudad.




El domingo era imperdonable visitar el aula en la impartió docencia don Antonio, personaje entrañable al que debe últimamente mucho la ciudad de Baeza. La mesa del profesor con su brasero, las bancas dobles, los mapas de España, y algunas fotografías que recuerdan su paso por lo que ahora es un centro de Secundaria, nos llevan a otra época en la que la enseñanza se veía como una forma de salir de la miseria. Las cosas han cambiado mucho. Una escultura del poeta, sentado en un banco pasando su mirada por un pequeño libro, se ha colocado en pleno centro de la calle peatonal. Lo acompañan su sombrero y su bastón inseparables.





Y siempre ligero de equipaje.


A pocos kilómetros de Úbeda y Baeza se encuentra una localidad que fue adquirida por Francisco de los Cobos, Sabiote. En su fortaleza almohade decidió construir un palacio que no desmereciera de las maravillas renacentistas vecinas. Y para ello contrató los servicios de Vandelvira hijo. Es una lástima que haya caído en el abandono más absoluto. Los duques de Feria son ahora los propietarios, y estos lo han cedido temporalmente al Ayuntamiento para que se encargue de su mantenimiento. Hacen falta muchos esfuerzos para recuperar este monumento. El pueblo bien merece una visita despaciosa para contemplar lo que queda de su antiguo esplendor, de sus casas solariegas, de sus casonas, y de sus murallas, con algunas de sus puertas de los siglos XIV y XV.






Fotografía: Manuel López Castilleja